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Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec-Monfa nació el 24 de noviembre de 1864 en Albi, en una familia proveniente de la más antigua nobleza provincial.
Lautrec sufre una enfermedad ósea de origen congénita, probablemente resultante del matrimonio consanguíneo de sus padres. Esta enfermedad, orienta definitivamente el destino del joven. Inmovilizado durante largos meses, ocupa sus días dibujando y, más tarde, pintando. Desarrolla un gusto por la pintura, que es muy apreciado en su entorno, cultivando un don que había manifestado desde muy joven, hasta convertirlo en su vocación.
D’Albi à Paris
Su inmersión en la vida parisina acaba su transformación. Confrontado a todos los movimientos artísticos, se compromete con la modernidad y se convierte en actor, y en la misma medida, en testigo, de una bohemia de Montmartre que le inspira.
Con su talento genial para los retratos, inmortaliza a estrellas del momento, de Aristide Bruant a Jane Avril, de Yvette Guilbert a Loïe Füller.
Frecuenta los prostíbulos, vinculándose a la simple realidad cotidiana de las prostitutas.
El teatro, el circo, el vaudeville o las escenas de vanguardia para las que diseña programas y decorados, alimentan su gusto insaciable por la comedia humana.
El maestro de les carteles
Los 31 carteles que diseña de 1891 a 1900 se imponen por su fuerza y su magistral simplificación de la imagen. Es un precursor del cartel del siglo XX. Su producción litográfica incluye también 370 estampas que ponen de manifiesto el virtuosismo de un trazo expresivo y elegante.
Lautrec lleva su vida al ritmo de su creación. Su ardua labor apasionada, pero también los placeres y el abuso de alcohol, van alterando poco a poco su salud. Se apagará en el dominio de Malromé, propiedad de su madre, en Gironde, el 9 de septiembre de 1901.